Epidemiak
KoldoLa lucha contra las epidemias se reducía al aislamiento de los enfermos y de las personas que entraran en contacto con ellos, a la desinfección con vinagre o mediante la quema de los muebles y objetos que pudieran estar contaminados y, sobre todo, a la consecución de la mediación divina.
Bista panoramikoa
El 24 de septiembre de 1523, reunidos en el cementerio el concejo y el cabildo parroquial,
"viendo cómo en la dicha villa avía pestilencia e los vecinos e moradores de ella estauan en gran peligro sy Dios Nuestro Señor no lo remediase por su ynfinita clemencia aviendo piedad dellos, y como el fallecimiento del que primero morió deste mal acaeció el día de la degollación de San Juan batysta a XXIX del mes de agosto pasado, acordaron por seruicio de Dios que en la dicha villa se goardase fiesta el día de San Juan por todos los vecinos e moradores della de aquí adelante por sienpre jamás."
"Otrosy fué acordado e mandado que se dixiesen tres misas cantadas de la Natybidad de Nuestro Señor Ihesucristo en la dicha iglesia en el altar de Santa María el Antygoa vna en pos de otra, es a saber, en tres días, mañana viernes la primera e la segunda el sábado e la tercera el domingo que viene".
"Otrosy fué acordado que el día domingo primero que viene se hisiese procesión por toda la villa con la ymagen de Nuestra Señora Santa María el Antygoa por todos los clérigos e legos con candelas encendidas en forma".
"Otrosy acordaron e mandaron que quando cesase la dicha pestilencia fisiesen otra procesión a la iglesia de Donostia-San Sebastián (y) en su altar dixiesen vna misa cantada".
"Yten se hizo vna procesión a San Roque, donde su ymagen está en la yglesia desta Crus + estramuros, y se dixo vna misa".
Se sucedieron estas epidemias a lo largo de todo el siglo XVI. Bastaba la noticia de que en alguna población de la región hubiera peste para que la villa se cerrara para evitar el contagio.
Los fieles Rodrigo de Zarandona y Aparicio de Ormaegui darían fe en sus cuentas de las medidas que se adoptaron para hacer frente a la epidemia que se hizo sentir en diversos puntos del Señorío en 1530. Consistió la principal en reparar los portales de la muralla (se citan por sus nombres los de Zabala, Apallua y Guzurmendía) en los cuales montaron guardia ambos fieles durante once días cada uno, y Ochoa de Licona veinte junto a la cruz de Atea "por el temor de la pestilencia que vaya en Vilbao y en Vermeo e en Yspaster". Ormaegui y Zarandona hicieron, además, repetidos viajes para tratar asuntos relacionados con la enfermedad a las anteiglesias de Guizaburuaga, Bedarona e Izpaster, de donde "venieron algunas personas mescladas". A la última aldea fue uno de ellos la noche del 25 de octubre "a entregar vna muger de Vermeo porque vino a esta villa e hysimosla bolber por ser sospechosa de la pestilencia", y el 7 de noviembre para enterarse de las circunstancias del fallecimiento de unas "freyras".
El municipio volvió a tomar precauciones cuando por febrero de 1548 se declaró un foco pestífero en la casa de Urquiza, en término de Izpaster. Las personas que estuvieron en contacto con los enfermos se vieron recluidas en sus casas cerradas a cal y canto. En las cuentas del fiel Martín de Aransolo figuran las partidas:
"Yten a IX de febrero fuy a Yspaster por mandado de los señores del regimiento a comunicar e concertar la forma que se avía de tener con los que se avían ynficionado en la pestilencia de la casa de Vrquiça de Gardata, e por mi salario del dicho día vn real (sic)".
"Yten más pagué a Martín de Bega herrero, por ocho bandas de fierro que hizo para cerrar las puertas de los vecinos desta villa que fueron ala dicha casa de Vrquiça e se ynficionaron de pestilencia, ochenta e cinco mrs".
"Yten pagué en clabos de fierro y en maderos e tablas para cerrar e reparar los portales e puertas desta villa porque no entrasen en ella los que se avían ynficionado en la pestilencia de la casa de Vrquiça, a X de febrero, trezientos e veinte e tres mrs".
"Yten pagué a tres carpenteros que trabajaron en adresçar e cerrar los portales e puertas desta villa porque no entrasen en ella los que se avían ynficionado en la pestilencia de la casa de Vrquiça a cada dos reales a X de febrero".
"Yten a quinze de febrero fuy a Yspaster por mandado de los señores del regimiento a comunicar e dar horden de cómo quándo (sic) se abían de soltar los que estaban encerrados e ynficionados de la dicha pestilencia, e de mi salario de dicho día vn real (sic)".
Y las que siguen del también fiel Domingo de Malax :
"A XXI de março pagué a García de Dolaraga e a Joan del Puerto o de çarra e a Domingo de Allona e a Ochoa de Odiaga goardas quatro mill e ochenta mrs. por los días que estubieron de día e de noches goardando e rondando a esta villa en los portales e calles della por mandado de los señores del regimiento, porque avía pestelencia e se avían muerto della tres personas en la casa de Urquiça de Gardata, que es cerca e junto a esta villa, e se avían ynficionado en la dicha casa muchos vecinos e vecinas desta villa e los tenían cerrados en sus casas e avía muy grandísimo temor de la dicha pestelencia e tenían cerrados los portales de la villa porque no entrase en ella ninguna persona ni ropa ynficionada, e por ello todos los señores del regimiento andaban de día e de noches demás de las dichas goardas a bisitar e rondar la dicha villa e sus portales e goardas e personas ynficionadas e encerradas, es a saber, a cada vno de las dichas quatro goardas a tres reales de alquil e salario por cada día con su noche de cada doze días que al principio serbieron e a real e medio por cada día de cada ocho días que a la postre serbieron los dichos García e Ochoa en los portales de Haatea e Apallua, en que montan los dichos mrs.".
En la segunda mitad del mismo siglo XVI padeció la villa nuevas epidemias y el incendio general de 1595.
El 7 de agosto de 1558 envió el concejo a Aulesti al fiel Francisco de Licona con una carta para el clérigo Juan Pérez Abad de Arranguiz.
"para que nos hiziese saber por su carta qué enfermedad corría en aquella tierra porque era fama pública que morían de cámaras súpitamente, y sabida la verdad pusiésemos goardas y remedio en esta villa porque ninguna (sic) se ynficionase..."
Volvió a cundir la alarma a mediados de 1564. El 21 de junio cobró el fiel Aparicio de Maguregui 35 reales
"por doze días que se ocupó en yr a la ciudad de Bitoria a saber lo que pasaba allí y en Logroño e Salbatierra e sus comarcas, porque morían de peste e no venía a esta villa ningund mulatero con trigo e corrían los vecinos desta villa grand peligro por miedo de la peste y anbre".
Pagó también el concejo 612 maravedís al herrero Pedro de Guerrica, el 11 de julio,
"por los días que se ocupó en hazer goardia en las puertas de la villa por la pestilencia".
12 reales a Martín de Lombeida.
"por quatro días que se ocupó en yr a Bergara e Mondragón a traer vn médico para esta villa, porque se avsentó desta villa para Valladolid nuestro médico e moría mucha gente en esta villa de Cámaras".
La peste de 1597 está documentada en las cuentas de este año y del siguiente. En esta ocasión se recibió ayuda sanitaria de Donostia-San Sebastián y una fuerte ayuda económica del contador Ochoa de Urquiza y del general Joan de Uribe. A Donostia-San Sebastián se trasladaron en una pinaza para pedir socorro y volvieron con dos cirujanos que permanecieron más de seis meses en la villa.
"Yten da por descargo hauer pagado y gastado con la pinaça y gente que fueron doze hombres a la villa de Donostia-San Sebastián a pedir a los dichos cirujanos y después a lleuar a la dicha villa al dicho Pedro de Arrieta, que por hauernos detenido en las dichas jornadas por hauer cargado temporal quinze días la vna vez y la otra siete, doze ducados, tres dellos a los dichos marineros y otros tres que se gastaron en la dicha villa de Donostia-San Sebastián además de lo que la dicha villa nos daua, y otros tres quando beniendo de la dicha villa arribaron a la de Guetaria y no se les dio ningún socorro y se gastaron la noche y mañana que estubieron allí, y los tres y los tres restantes en lo que se metía en la dicha pinaça para el sustento de la gente y boluían de la dicha villa".
Las conversaciones tanto para la ayuda sanitaria como la económica nunca tenían lugar en el casco urbano, que debía de permanecer cerrado. Debían de tener lugar en los puestos de guardia que establecía el Señorío para evitar que nadie abandonara la villa
"Yten da por descargo hauer gastado en Sancta Catalina quando fueron el doctor Licona con los dichos cirujanos y los señores del regimiento y particulares desta villa al concierto sobre que quedase el dicho Bartolomé, pues se despedía el dicho Pedro de Arrieta, diez y ocho reales".
"Yten da por descargo hauer gastado con los señores del regimiento y otros particulares quando fueron a Manchoaraen abiendo sido abisados por Joan de Basterrolaça de cómo tenía horden de los señores contador Ochoa de Urquiça y general Joan de Uribe para socorrer a los vezinos desta villa, donde estubieron hasta la noche, veynte y quatro reales".
"Yten da por descargo hauer gastado con los dichos señores del regimiento y otros particulares que fueron a la dicha guardia con la horden que después de leida la carta de los dichos contador y general dieron los vezinos desta villa sobre el modo que se auía de tener en el distribuir de la merced y limosna que hazían sus mercedes, que por llouer y hazer mal tiempo no salió al dicho puesto el dicho Basterrolaça y binieron sin hazer nada auiendo estado allí todo el día, seyscientos y ochenta y quatro mrs".
"Yten da por descargo hauer gastado otra jornada que fueron a la dicha goardia con el doctor Licona y otros ha verse con el dicho Basterrolaça quinientos y quarenta y quatro mrs."
"Yten da por descargo hauer gastado así quando fueron a la dicha goardia por el dinero y limosna que daua el dicho Basterrolaça como otras más de veynte vezes que yban al dicho Basterrolaça y a doña María Urtiz de Abaroa, madre del dicho general, que les ynbió a llamar, y dos vezes que fueron a la goardia de Ocabio a berse con el señor Arancibia que les ynbió a llamar para lo que ynbía el dicho contador, todas las dichas vezes veynte y dos ducados...".
Con respecto a los cirujanos no es fácil saber en qué consistía exactamente el trabajo que realizaban. Parece que decidían quién estaba enfermo y ordenaban su aislamiento.
"Yten da por descargo hauer gastado con los hombres que nombrados por los señores del regimiento andubieron en más de seys meses en compañía de los dichos cirujanos a hazer recoger en sus casas y lugares señalados a las gentes apestadas que andauan sin horden ynficionando a los sanos, dos mill y docientos y quarenta y quatro mrs."
"Yten da por descargo hauer gastado con las personas y pagado que con horden de los señores del regimiento siendo diputados y señalados para ello andubieron de noche y día rondando por toda la villa por los ynsultos que hazían y robos los dichos apestados en quatro meses que duró nuestro oficio dos mill y quinientos mrs.".
Aparte de esto trajeron medicinas que no aparecen descritas y hacían un cierto gasto de azúcar y aceite que, lógicamente, tenían relación con los métodos curativos o, posiblemente, preventivos, para evitar los cirujanos el contagio, ya que las cantidades no son como para atender a una población. Además, si se clavaban las puertas de las casas en que hubiera un enfermo para evitar su relación con el resto de los vecinos, la visita domiciliaria resulta complicada. Sin embargo hay personas encargadas de realizar dos visitas diarias a las casas de los apestados. Es posible que se tratara de atender a sus necesidades proporcionando suministros y permitiendo una cierta comunicación que agradecerían los recluidos.
"Yten da por descargo hauer pagado ochocientos y ochenta y seys reales a Pedro de Ganchegui, boticario de la villa de Donostia-San Sebastián que ynbió con los dichos cirujanos, como consta de su conoscimiento y librança".
"Yten da por descargo hauer dado a Bartolomé Masón doze libras de açucar de precio de tres reales y ocho de azeyte a la libra, de su conoscimiento".
"Yten da por descargo hauer pagado al dicho Bartolomé Mason doze libras de açucar y doze de azeyte a los sobredichos prescios, como consta de su conoscimiento".
"Primeramente da por descargo que pagó a Santiago de Meabe y Joan Martínez de Vrrea y Sancho de Berreno, personas diputadas por los señores del regimiento para bisitar las casas y vecinos de la dicha villa todas las mañans y tardes y tener otros cuidados con los apestados, a cada vno quatro ducados".
Algunos enfermos eran encerrados en sus casas, clavando sus puertas y marcándolas, mientras que otros eran concentrados en la isla de San Nicolás o en el hospital. Es probable que todavía se mantuviera en pié el antiguo convento de los franciscanos, ya que de otra forma no se comprende cómo se pudo dar alojamiento a los desgraciados "apestados".
"Yten da por descargo hauer pagado a Joan de Muxica cerrajero, porque cerrase las puertas de las casas donde auían hecho recoger a la gente ynficionada porque no saliesen afuera, con barras de fierro, doze reales".
"Yten da por descargo hauer gastado quatro reales con los hombres que andubieron a señalar y amagrar las casas ynficionadas y ayudar a cerrar a Joan de Muxica".
"Yten que pagó a Martín de Mendiola y Joan de Muxica, personas diputadas por alguaziles con baras con horden de los señores del regimiento y cirujanos que binieron a esta dicha villa de fuera parte, para el cuidado que ningunos apestados salliesen de sus casas ni handubiesen por las calles ynficionando a otros y prendiesen a los tales, a cada vno cient reales por todo el tiempo que asistieron..."
"Yten da por descargo hauer gastado quatro fanegas de trigo de precio de veynte y ocho reales que por mandado de San Joan de Oxinaga y Rodrigo de Arrieta y otros oficiales del dicho regimiento (dio) para la gente apestada que se hechó a la dicha ysla, los quales se cocieron por el día de San Francisco, que auía más de ciento y ochenta apestados...."
El aislamiento, tanto de la villa como de los enfermos dentro de esta, crea muchos problemas. El quebranto económico es grande, ya que la villa, con poca extensión territorial para la producción agrícola, vive de la pesca y de los negocios. La salida de pescado de la villa se interrumpe por lo que la actividad se reduce a una pesca de subsistencia, de consumo en la villa. El comercio es imposible en las condiciones de aislamiento. El caso es que deja de entrar dinero en la villa, dinero que es necesario para obtener las subsistencias necesarias. Esto es lo que explica los auxilios emitidos por Urquiza y Uribe. Este último, además, tenía a su madre en la villa. Y la villa agradece el rasgo de estos benefactores.
"Yten dió por descargo hauer pagado al doctor Licona tres ducados por la misa que con hosden de toda la villa se puso para los señores contador y general en remuneración de la limosna y merced que hizieron a la dicha villa".
El aislamiento de los enfermos en sus casas, aparte de la desgracia que suponía para la familia del enfermo, verse abandonada a su suerte, podía originar problemas, como cuando en la casa del enfermo había cosas que necesitaba el vecindario.
"Yten da por descargo hauer gastado ocho açumbres de binagre que dió así para resciuir el dinero que quedó en casa de Martín de Vsabe, fiel muerto, como para la ysla de San Nicolás a los apestados, a dos reales el açumbre".
Otro problema era la recogida de las ropas y enseres de los que morían de peste, por el peligro de contagio que esta labor suponía. Parece que se realizaba, al menos en parte, por mujeres apestadas.
"Yten da por descargo hauer pagado a María Ybáñez de Arrieta honze reales por otros tantos que pagó a las mugeres apestadas que andauan recogiendo la ropa apestada que hechauan y traya la mar para quemarla".
La importación de suministros debía realizarse en los puntos de guardia, donde se dejaban para que los pudieran recoger los vecinos de Lekeitio o se traían en pinazas desde diferentes puertos, en los que debía de causar pavor la presencia de los lekeitianos. Se traían trigo, carneros y sidra.
"Yten da por descargo hauer gastado con la pinaça y gente que fué con horden de los señores del regimiento de la villa a Mutriku a resciuir el biscocho y pan cocido que auía en ella el señor Joan de Uribe e por su horden mill y quinientos mrs."
"Yten da por descargo hauer gastado con tres pinaças y gente que fueron a la villa de Deba con horden de los señores del regimiento por ducientas fanegas que tenía en ella el señor Arancibia del contador Ochoa de Urquiça para esta villa y por temporal binieron sin ellas, en que se gastaron seys ducados".
"Yten da por descargo hauer gastado el día que fueron con la pinaça y gente que fueron a la villa de Hondarroa por los trigos, açúcar, pasa y azeyte que auía ynbiado el licenciado Jáuregui de la villa de Bilbao, treynta y seys reales".
"Yten da por descargo hauer gastado con los que medían el trigo que ynbió el dicho licenciado Jáuregui tres reales".
"Yten da por descargo hauer gastado con otras tres pinaças que fueron a la villa de Deua por las dichas ducientas fanegas y binieron sin ellas por no hauer acudido a ella el señor Arancibia que los hauía de entregar, dos mill y ducientos y quarenta y quatro mrs."
"Yten da por descargo hauer gastado además de la sidra que se traxo de Auleztia con la gente apestada que estaba en la dicha ysla veynte y quatro reales".
Parece que a los enfermos se les suministra, fundamentalmente, pan o harina para fabricárselo. Posiblemente dispusieran también de algo de pescado. El carnero no parece formar parte de la dieta habitual si se atiende a las pocas veces que sale en las cuentas. Los cirujanos comen "regaladamente" lo que hoy consideraríamos una pobre comida.
"Yten da por descargo hauer gastado e pagado en la comida y gasto que se hizieron los dichos dos cirujanos y sus criados y gente que auía en la casa donde se les dió la posada, que de hordinario asistían más de seys personas y se les daua de hordinario abas y carnero y otros muchos regalos, en más de quinze días que estubieron hasta que se despidió al dicho Pedro de Arrieta (y) se concertaron con el dicho bachiller Mason, treynta ducados menos tres reales".
Las cuentas de pan abundan y en la última se menciona:
"Todos los quales trigos y panes en las partidas arriba referidos se repartieron a la dicha gente apestada así en la dicha ysla como en el dicho ospital, repartiendo algunos días a ciento y ochenta panes, y así se gastaron las dichas sumas y aún muchas más".
Lo mismo que en los grandes incendios acudía gente de los lugares vecinos a ayudar, una situación como la peste también movía a compasión.
"Yten da por descargo hauer pagado a Antón de Yresegui ocho reales del alquil de su pinaza y gasto de quando fué a traer la limosna que daua la villa de Deua".
Terminada la epidemia, se queman los enseres de las casas de los apestados y las camas, sábanas, etc. del hospital y de la isla de San Nicolás y se desinfectan con vinagre. Se limpia y arregla el cementerio. Con esto no terminan los gastos. Hay que realizar una serie de trámites para cesar en la incomunicación y volver a las condiciones normales. Estos trámites suponían gastos importantes para la maltrecha economía municipal.
"Yten da por descargo hauer gastado quando vino el señor licenciado Casillas, corregidor deste Señorío, en virtud de prouisión real para averiguar de cómo hauía corrido y la salud que en esta villa se goçaua para que mediante ella diese libertad mandando se comunicase y fuese comunicado abriendo los caminos que le estauan cerrados, es como sigue:"
"Primeramente pagó al licenciado Láriz por dos veces que le ynuiaron al dicho señor corregidor los señores del regimiento, honze ducados..."
"Yten pagó a doña María Hortiz de Abaroa por el vino que se gastó con su merced del señor corregidor y su jente y demás otras personas que asistieron con su merced en ocho días y por el seruicio de la casa, veinte ducados con más seis reales..."
"Yten gastó en pan, carne y pescado y demás aderentes necesarios en los dichos ocho días, así con toda la dicha jente como sus criados, trecientos reales".
"Yten más muestra hauer gastado en cebada e yerba que comieron las cabalgaduras durante el dicho tiempo, treinta reales".
"Yten paresce hauer pagado al doctor Chorruca, médico que bino a lo referido por mandado del señor corregidor, seis ducados..."
"Yten al doctor Amezqueta, que le traxo el señor corregidor y asistió con sus mercedes por su mandado el dicho tiempo, diez y seis ducados...".
Dejando aparte estas calamidades, en la vida normal de la villa, el municipio se ocupa de la salud de los vecinos. No proporciona una asistencia médica gratuita, pero se asegura la presencia de un médico en la villa y trata de evitar los abusos en los precios de la asistencia sanitaria.
Ya desde principios del siglo XVI solía contratar el concejo los servicios de un médico e incluso de una partera, y así aparecen, por ejemplo, en las más antiguas cuentas que he hallado en el archivo de la villa, correspondientes al ejercicio de 1508, en el capítulo de gastos ordinarios, las siguientes partidas :
"Yten a la partera cient e ochenta (maravedís)...........................................CLXXX"
"Yten al médico por que resyda quatro mill e quinientos...........................IIIIUD"
"Yten la casa de dicho médico..........................................................................DLXII"
Se comprometían estos médicos a atender a los enfermos sujetándose a unos honorarios fijados de antemano con las autoridades de la villa, con lo que se evitaban abusos como los que denunció el vecindario en septiembre de 1584:
"que por quanto en la dicha villa auía mucha bezindad y cada día ocurrían grandes y dibersas enfermedades y no abía médico asalariado en la dicha villa como otros años atrás abía abido, y que el licenciado Nieto, médico que al presente residía en la dicha villa, por pasiones particulares y enemistades que tenía e otros respetos no quería curar a los vezinos y moradores de la dicha villa a menos de que anticipadamente y antes de curar a los pacientes le pagasen vn doblón e vn escudo por lo menos por cada visita, y ello auía hecho e lo hazía en general con todos los vezinos e moradores de la dicha villa, y que por la mucha careza que ponía el dicho licenciado Nieto muchos vezinos y moradores de la dicha villa por no poder sufrir ni rellebar por la pobreza y pecunia lo mucho que el dicho licenciado Nieto pedía estauan y abían estado hechados a la misericordia dibina, sin poder buscar el remedio tenporal de la medecina, porque para aber de tolerar la careza del dicho licenciado Nieto no bastaría ni bastaua el poder dellos ni el balor de sus haziendas...".
Parece ser que algunos médicos no encontraban demasiados alicientes en Lekeitio para el ejercicio de su profesión. Veamos a quién recurrían los vecinos cuando veían amenazada su propia salud o la de sus allegados, a qué achacaban el origen de algunas enfermedades. Valle de Lersundi ha entresacado párrafos muy reveladores de las cartas que entre 1651 y 1658 dirigió el capitán Miguel de Basterrechea, que habitaba con su mujer doña Ursula en la torre de Bengolea de Guizaburuaga, a su cuñado el capitán José de Bengolea. He aquí algunos :
"El martes por la mañana me embían mensajero de aquí que la niña estava muy mala, ya echará de ver vuestra merced el susto que a mí me daría esta nueba, con lo qual partí luego para acá dexando todo lo de allá a cargo de doña Ursula y hallé bién mala a la niña, que me quebró el corazón. Acudimos luego a Nuestro Señor, que es el médico verdadero, y a los santos, con que luego se sintió con mejoría y a ydo continuando, las gracias a su divina magestad (3-X-1652).
La chica María San Juan la emos tenido otra vez muy malita y de mucho cuydado de achaque de lombrices, que con las bendiziones del manual de la santa yglesia y la oración del milagroso San Antonio de Padua contra lombrizes ha sido Nuestro Señor servido de mejorarlas de modo que ya anda por sus pies, de que damos muchas gracias a su divina magestad (3-X-1652).
Ellas son tan sobradamente adelantadas a su hedad que cada día las maltratan de ojo (12-lX-1652).
Mucho me temo que no emos de gozar a estar niña, que como ella es como vuestra merced save de buen gesto y con esso tan bufona que olbida a la hermana, cada día la aojan y la persiguen mucho los males, haga Dios lo que más conbenga para su santo servicio (3-X-1652).
A Martín Juan le tenemos aquí desde el día de Nuestra Señora, y de berdad lae quisieramos ber algo más lexos por agora porque según es público a benido con las reliquias que de ordinario sacan de Balladolid de mal trances (12-IX-1652)".
Podemos imaginarnos lo que sucedería entre las clases más populares si tal era la mentalidad de un miembro de la capa más culta de la sociedad lekeitiana del XVII. Por lo que nada tiene de extraño que, como apunta Valle de Lersundi, ante esta "competencia ilegal de los santos", y seguramente también de otras, se vieran obligados los médicos a resolver su situación adoptando a veces soluciones extremas:
"El médico que teníamos -escribió también el capitán Basterrechea- nos ha hecho solemne burla, y a mí en particular pues teniendo yo en cassa el macho de Sosoaga para ymbiar al estudiante en él a Oñate, me pidió se lo prestase para yr hasta Ondarroa a ber un enfermo que le avían embiado a llamar, y si vuestra merced no lo a por enojado se me ha huydo con el macho a Francia o a Nabarra o a donde él se save pues haze ocho días que se fué, no se save de él mas que pasó por Markina azia Elgoibar. El moço arriero de cassa embié en su busca aunque tarde, pues le llevava dos días de bentaja y me pareze que no a servir mas a gastar cien reales que llevó. Visitamos la cassa del tal médico y no hallamos en ella cosa suya mas que unos libros viejos que no valen diez reales y unos vidros, ni una camissa non dexó aunque juzgo no serían muchas las que tenía... (24-I-1651)".
Uno de los factores que contribuyó seguramente a la propagación de estas epidemias fue la falta de higiene del vecindario, cuestión esta que ya había preocupado a los redactores de las ordenanzas copiadas en 1486 que dedican e varios títulos a la misma.
"50. Título que en Aatea non laben ropas nin bogada".
"Iten que ninguna persona non sea osada de labar trapos nin bogada en Aatea so pena de diez mrs. para los jurados, nin tanpoco que laben en los pies nin ropas nin ylos nin ferradas nin tajadoras nin otra cosa allende de la señal so la dicha pena".
"141. Título de los que venden pan o vino o pescado que non esten deuando nin filando".
"Fordenamos que ninguna muger que estudiere vendiendo pan o pescado o vino o sydra que non esté deuando nin filando so pena de ocho mrs. por cada vez para los jurados".
"143. Título del que echare agoa de noche".
"Fordenamos que qualquier o qualesquier que echare de noche de la casa agoa a la calle syn llamar tres vezes e va agoa que peche veynte mrs. para los jurados por cada vez".
"158. Título que los carniceros echen la sangre a la mar".
"Fordenamos que los carniceros maten sus ganados en la carnicería e la sangre que la echen a la mar e non echen en otro logar so pena de sesenta mrs. a cada vno por cada vez para los jurados, e ésto se entienda sangre de ganado bacuno".
"165. Título que non echen ariescas nin otra suziedad en los portales".
"Fordenamos que qualquier que echare ariescas o sangre de vaca o otra suziedad que paresca mal en los portales nin plaça o acerca de los portales o en solares vasyos o en camino que pague por cada vez sesenta mrs. para los jurados e que fagan lleuar al que lo echare a su costa a lugar donde non faga enojo".
El corregidor, en su visita a la villa por junio de 1568 denuncia que:
"trayan por las calles los uezinos della sus puercos, lo qual hera en grande ynconuenienzia porque se podrían ynficionar... por razón de la suciedad que trayan los dichos puercos".
ordenando,
"que de aquí adelante no los trayan por las calles so pena de dos reales a cada vno por la primera vez... y por la segunda quatro reales aplicados para los jurados... y por la tercera vez los puedan matar y dar a pobres o comérselos los dichos jurados".